F1 | Lewis Hamilton, el desagradecido…

El ataque a Mercedes tras la carrera de Montecarlo es inexplicable

F1 | Lewis Hamilton, el desagradecido…

Cien poles, noventa y ocho victorias, siete títulos mundiales. Lewis Hamilton es una leyenda de la F1, persigue su octavo campeonato mundial y debe gran parte de su extraordinaria carrera a Mercedes, que le proporciona un arma letal bajo el trasero desde 2014.

Y Lewis es un campeón mundial completo, un deportista carismático que lucha por las luchas sociales, políticas y ambientales más dispares, persiguiendo un ideal de justicia. Un campeón dentro y fuera de la pista. ¿Pero es capaz de serlo incluso cuando las cosas van mal?

La pregunta surge espontáneamente porque la reacción ante el séptimo puesto en Montecarlo (una mala carrera le puede pasar a cualquiera) deja a uno muy perplejo. Había algo en la forma de actuar de Hamilton en la zona de mezcla, frente a los micrófonos, equivocado, altivo, casi inexplicable y ciertamente inesperado.

Después de un GP que salió mal, donde el piloto nunca encontró las sensaciones con el monoplaza, esperamos declaraciones de unidad, de deseo de redención, pero Lewis se mostró nervioso, enfadado, extremadamente duro con el equipo que le ha ayudado y mimado. él durante años.

Un Hamilton totalmente desagradecido, el motor del equipo, el faro sobre el que Mercedes ha cimentado su fortuna, que ataca públicamente al equipo, lo regaña, se espeta. Desde el "No querían escucharme, les dije lo que tenían que hacer" al “Hay que trabajar en lo que pasó porque un fin de semana como éste no se puede volver a repetir, hay mucho de qué hablar en el equipo, no va así” es un Lewis sombrío y con el ceño fruncido quien pone toda la responsabilidad en el equipo, absolviéndose a sí mismo. No hay autocrítica, no hay sentimiento de pertenencia, no hay unidad. Sólo el arrebato de un piloto repentinamente arrogante e ingrato hacia el equipo al que le debe mucho, si no todo.

Se podría pensar que Hamilton es simplemente hipócrita cuando felicita a sus rivales, cuando espera luchar en igualdad de condiciones con otros coches y con otros compañeros, cuando dice que se exalta en las dificultades. Todo está bien mientras él gane. Luego demostró ser un terrible perdedor, dispuesto a arremeter de forma surrealista contra su equipo ante la primera pequeña dificultad.

Quién sabe qué habrán pensado los técnicos y mecánicos de Mercedes al escuchar las mordaces palabras del piloto inglés tras la carrera de Montecarlo, al escuchar a su campeón quejarse tan descarada y públicamente del trabajo del equipo, del comportamiento del W12, como un caprichosa prima donna, a años luz de cualquier concepto de “equipo”.

Antonino Rendina


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