Donington '93, la obra maestra de Ayrton Senna

El brasileño ganó aquel GP adelantando a sus rivales en la primera vuelta de carrera

Donington '93, la obra maestra de Ayrton Senna

En los más de sesenta años de historia de la F1, hay carreras que han entrado con razón en las páginas de la memoria de este deporte. Uno de ellos es, sin lugar a dudas, el celebrado el 11 de abril de 1993 (hace exactamente 23 años) en el trazado británico de Donington, sede del Gran Premio de Europa.

Un domingo particular (conciso con la Semana Santa), en el que emergió una verdad que ya llevaba tiempo establecida: la clase cristalina de Ayrton Senna. A partir de 1992, a pesar de seguir contando con el motor Honda, sustituido al año siguiente por el modesto Ford, McLaren inició un lento pero inexorable declive. Sólo Senna, con su inmenso talento, logró mantener a flote al equipo de Woking.

Tal y como ocurrió en el pequeño circuito de Donington, un sombrío domingo primaveral. Aunque el brasileño estuvo extraordinario en la vuelta rápida, no pudo obstaculizar el dominio de Williams en la clasificación. El equipo Grove consiguió la primera fila con Alain Prost (regresó a la F1 después de un año sabático) y Damon Hill. Senna tuvo que conformarse con el cuarto puesto, a 1 segundos de la cima.

En una carrera caracterizada por los caprichos del clima inglés, el brasileño hizo gala de sus cualidades sobre mojado. El único fallo fue la salida, en la que provocó que los neumáticos patinaran y fue adelantado por el Sauber de Wendlinger, que en esa ocasión también adelantó al Benetton de Schumacher. Unos segundos después de la salida a trompicones, Senna se desató, adelantando por orden a Schumacher, Wendlinger, Hill y Prost durante la primera vuelta. En apenas unas curvas el piloto de McLaren recuperó una mala salida y se puso en cabeza del Gran Premio. ¡Nada menos que extraordinario!

Liderazgo que mantuvo hasta la bandera a cuadros, infligiendo grandes diferencias a sus rivales directos. Sólo Hill (segundo a 2'1") fue el único en la pista que evitó la vergüenza de dar una vuelta. En un frío día de abril, Senna escribió una de las páginas más extraordinarias y emocionantes de la categoría reina del automovilismo. Desgraciadamente también fue uno de los últimos en la carrera del brasileño, antes de aquel terrible 23 de mayo de 1. El día en el que el destino le elevó al altar de la inmortalidad.

Piero Ladisa

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