Ferrari: tres años de Vettel, el amable y apasionado campeón que conquistó Maranello…

Un chasquido de dedos, un abrir y cerrar de ojos y Sebastian Vettel ya lleva tres años vistiendo el chándal rojo. Parece ayer, aquel 20 de noviembre de 2014, día en el que Ferrari anunció oficialmente lo que ya se sabía: el entonces abanderado de Red Bull -cuatro campeonatos del mundo en el bolsillo- abrazó al equipo para el que soñaba correr, con el objetivo de llevándolo lo más rápido posible a lo más alto siguiendo los pasos de su mentor Michael Schumacher.

Después de un horrible 2014, con Fernando Alonso efectivamente apartado de casa durante más de un año, el ambiente de Maranello se vio abrumado por el entusiasmo de este campeón alemán amable en sus maneras, pero al mismo tiempo quisquilloso y preciso en el trabajo. El deseo de Seb de recorrer Fiorano con el coche de 2012, de familiarizarse con el universo Ferrari, es memorable, y aún más característico es el cuaderno que acompañó al alemán durante las pruebas.

Para un equipo que efectivamente fue puesto a cero, Vettel hace tres años representó el soplo de aire fresco necesario para comenzar de nuevo con la moral alta. 2015 fue el año del enamoramiento, de las primeras - hermosas - alegrías, de tres victorias y de un regreso a la cima que parecía muy lejano después del sórdido y triste 2014. En poco tiempo el alemán se hizo querer incluso por los más escépticos; calidad de conducción y un carácter alegre y abierto, celebraciones sinceras y canciones insinuadas bajo el casco. Un cuento de hadas, sin embargo, roto por las incertidumbres y la amnesia técnica de 2016, un año turbulento, caótico, que empezó mal y acabó peor, con el Ferrari SF16-H difícil de poner a punto y con constantes dificultades para utilizar los neumáticos. Fue allí donde Sebastián vaciló, se asomó por la ventanilla del carruaje rojo para mirar la huella de la Flecha de Plata, se puso celoso, pero prefirió quedarse, respetar un contrato blindado, confiar y confiar, siguiendo escuchando. al corazón más que a la razón.

La Scuderia, por su parte, supo responder en el campo, regalando a su líder un pura sangre con cinco victorias (y aún queda una carrera por disputar). Del desaliento a la euforia hay un paso corto, y Seb el “Latino” ha aprendido cuál es el tremendismo de Ferrari; una persistente ansiedad de victoria que atormenta y aflige, intercalada con alegrías efímeras, vuelos de fantasía con sabor a arco iris y amargas decepciones. Tu odias y yo amo, una fe que trasciende las victorias. Una pasión muy contagiosa, si es cierto que Seb - como confirmó el propio Lauda - ignoró las sirenas de Stuttgart, vinculándose estrechamente a Ferrari durante otros tres años.

Tres años de Vettel. Tres años intensos, de alegrías y tristezas, de números de cuento, ocho victorias algunas épicas, pero también de errores dispersos aquí y allá, fruto de un espíritu competitivo a veces desbordante, de un entusiasmo descontrolado por llenar un vacío que aún existe y en el que habrá que trabajar, pero con relativa calma y con los nervios fuertes. Tres años para conocernos, para comprender lo leal y dedicado a la causa que es este campeón alemán, lo hambriento y humilde que es al mismo tiempo, a pesar de ser un cuatro veces campeón del mundo ya hecho y acabado. Cuánto adora sinceramente al Cavallino y cuánto siente sobre sus hombros el peso de lo que le gusta definir como una "misión", es decir, escribir importantes páginas deportivas aquí en Italia.

Tres años ya históricos a su manera, que caracterizaron el primer ciclo de un nuevo Ferrari, capaz de caminar con la frente en alto, aunque ha habido altibajos. Un período de tres años que actúa como precursor de Vettel bis, a los años útiles para consagrarse, para vencer a su rival Hamilton, para llegar a Fangio y quién sabe, para transformar esta hermosa historia en una verdadera leyenda.

Antonino Rendina

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