F1 | Brembo, la apuesta del sistema de frenos durante el Gran Premio de Austria

Después de la excursión por el Mar Caspio, la Fórmula 1 regresa al corazón de Europa para la novena prueba del Campeonato del Mundo 9. La sede del GP de Austria es el Red Bull Ring, inaugurado en mayo de 2017 y situado cerca de Spielberg, en Estiria.

A pesar de ser más o menos tan larga como las pistas de Budapest y Montreal (4,3 km cada una con desniveles de decenas de metros), la pista austriaca es la única del Campeonato del Mundo donde se completa una vuelta en menos de 70 segundos: el año pasado Lewis Hamilton logró la pole con Mercedes en sólo 1'07''922. Gracias a las altas velocidades de marcha, pero también a las pocas curvas, de las cuales sólo 3 requieren más de un segundo de uso de los frenos. Las frecuentes ondulaciones de la pista contribuyen a complicar la elección del tiempo de los conductores durante la frenada: de hecho, desde el punto más alto al más bajo hay un desnivel de 65 metros. Según los técnicos de Brembo, que clasificaron los 20 circuitos del Campeonato del Mundo utilizando una escala del 1 al 10, el Red Bull Ring entra en la categoría de circuitos muy exigentes con los frenos. La pista austriaca merecía un índice de dificultad 8, idéntico al obtenido por Monza, Melbourne y las dos pistas de la antigua URSS.

En cada vuelta los frenos se utilizan 7 veces para un total de menos de 9 segundos y medio, 4 décimas más que en el circuito de Monza. Desde la salida hasta la bandera a cuadros, los frenos están en funcionamiento durante un total de 11 minutos, lo que equivale al 15 por ciento de toda la carrera. Los frenos se utilizan aún menos en la segunda mitad de la pista, a partir de la curva Rauch: de hecho, si en el primer tramo los pilotos frenan durante 6 segundos y medio, en el segundo lo hacen durante menos de 3. segundos. La desaceleración máxima también se ve afectada por esta divergencia: de los 4,7 g de media registrados en el primer tramo se pasa a 3,9 g en el siguiente. Como resultado, la desaceleración media de la pista es de 4,2 g, al igual que en Barcelona. La energía disipada en frenada durante todo el GP por cada monoplaza también es bastante limitada: 166 kWh, equivalente a la energía necesaria para accionar aproximadamente 55 toros mecánicos.

En total, durante la carrera, un conductor utiliza los frenos poco menos de 500 veces, ejerciendo una carga total de 68 toneladas sobre el pedal del freno, es decir, más del triple del peso de los CD de música de Wolfgang Amadeus Mozart vendidos en todo el mundo en 2016.

De las 7 zonas de frenada del Red Bull Ring, 3 están catalogadas como exigentes para la frenada, 2 son de dificultad media y 2 son ligeras. La más exigente para el sistema de frenada es la curva Remus (curva 3): los monoplazas llegan a 307 km/h y bajan a 2,4 km/h en sólo 76 segundos. Para lograrlo, los conductores aplican una carga de 161 kg sobre el pedal del freno y experimentan una desaceleración de 4,7 g. Con los frenos pisados, los coches recorren 65 metros, aproximadamente dos tercios de la longitud de la catedral de Salzburgo. Los pilotos también experimentan 4,7 g de desaceleración en las curvas Castrol (curva 1) y Schlossgold (curva 4) gracias a los 317 km/h que alcanzan en las rectas que las preceden.

En ambos, sin embargo, la velocidad de entrada en curva es superior a la de la curva Remus: en el primero los monoplazas entran en curva a 137 km/h mientras que en el cuarto a 106 km/h. Este último requiere el uso de los frenos durante 2,32 segundos pero una carga sobre el pedal de "sólo" 159 kg mientras que para los otros 1,77 segundos son suficientes pero se necesita una carga de 164 kg.